lunes, septiembre 11, 2006

Cuando un luchador mira atras

8 de Septiembre. Un dia que se celebra una fiesta. La de la Virgen del Cobre.
Una niña canta en solitario en la Iglesia. Su voz aguda, fuerte, viva rompe los sentimientos de muchos de los que anómimos escuchan.
Caras de gente luchadora, trabajadora, que salieron exiliados de su país años atrás, después del 59 y que hoy, con sus hijos, con los hijos de sus hijos, aún se emocionan con las plegarias a esa virgen que durante años les ayudó en su exilio.
Son gentes trabajadoras que lucharon por sacar adelante a sus familias y que hoy, con más o menos suerte, esperan su destino con mayor o menor optimismo.
Y en un día como este guardan un hueco para mirar atrás, para ver en qué se convirtieron sus esperanzas y el sudor de sus frentes.
Son una generación que los jóvenes ya no sabemos comprender. Muy distinta de las que le sucedieron en el mismo itineario.
Y por una vez me aparto de mi vida de siempre, de mi camino marcado, de mi felicidad, mejor o peor, para mirar a los luchadores de otro tiempo con admiración y, a veces, también con lástima, pena por el desprecio que la sociedad ofrece a soñadores y visionarios o a simples hombres que la vida puso delante de un toro.
Y una vez más me vuelve algo de ese lado humano que parece quedar en algún lugar de mi corazón y una lágrima aparece en mi mejilla. ¿Quizás siga siendo humano? Me gustaría recobrar parte de esa sencillez y humildad que un día ocuparon mi vida.
Y mientras gente que apenas reconozco me saludan, me llaman, tu eres el hijo de...
Mientras eso ocurre, mi mente se escapa de esa lucha de contradicciones.
Hoy viernes no salgo, rompo con mi vida. Apago mi móvil y por una vez intento ser quien alguna vez me hubiera realmente gustado ser.

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