viernes, mayo 23, 2008

¿traición?

Hay cosas que ocurren de repente, sin esperarlas; cosas que por otro lado son intrascendentes; pero cosas que por un segundo te hacen reflexionar.
Siempre me ha gustado recrearme en esa reflexión, en la que viene por sorpresa, sin avisar. Quizás porque tiene mucha más importancia que cosas mucho más relevantes que nos ocurren en nuestra vida.

En especial, es bueno parar y recapacitar, mirar a trás en estos últimos 20 días que se han pasado sin conseguir arrebatar un solo segundo a mis horas para escribir un post aquí, ni siquiera para leer a los que siempre me acompañais en este ejercicio público de reflexión llamado blog.

Han sido días trepidantes. Y sin embargo no ha ocurrido nada especial.

Sigue lloviendo en Madrid. Siguen mojándose los sueños de fin de semana. Siguen terminando las noches de luz y color sin ser de verano. Siguen sirviendo para escapar, divertirse, jugar a seguir siendo joven, saltar, cantar, bailar, comer trocitos de mundo, arañar minutos a un relog que gira al doble de velocidad, recorrer las calles de esta ciudad sustituyendo el atasco de la mañana por una Castellana despejada en la que la unos ojos cerrados ocultan los coches que le quitan su magia.

Algunos cientos de kilómetros en la distancia, las palabras vertidas en forma de letras de forma apresurada en una tarde de jueves se tornan en locura surfista. Tarifa ofrece su mejor cara, en medio de la tempestad, en forma de extranjeros, caras blancas curtidas al sol que susurrando palabras oscuras en un castellano indigno de Cervantes conquistan los encantos de aquellas 3 bellas damas cuya sonrisa hoy brilla más; cuerpos cansados, almas que vuelven al trabajo en cualquier provincia de este país, o quizás en una concreta, y que lo hacen con cierto conformismo, quizás algo de desidia, pero con esa sonrisa, esa sonrisa y sea mirada de "que me quiten lo bailao"

Y es que el surf conjura otras almas un poco más al noroeste, en Oliva, donde las despedidas de soltera se concentran en forma de actividades, surf entre ellas, y noches de rojo pasión.
Una fiesta más para quienes juegan sin darse cuenta a superar la crisis de los 36.
Sangre de almas jóvenes que nos resistimos a "ser mayor"

Almas como aquellas que se reunen afablemente como medio pais ante la mirada complacida de nuestro Buenafuente para apoyar, entre la risa, la burla, el orgullo y la vergüenza ajena la representación eurovisiva.
Lo siento, soy un romántico, y el alma se me contrae cuando veo que la música en eurovisión pierde su magia, pierde la cualidad de transportarme a cualquier lugar al cerrar los ojos.

Entre tanto, los planes se suceden. Panamá se prepara para recibirme con sus rutas en helicóptero apenas unas semanas después de que la ruta Quetzal termine precisamente allí con el apoyo, curiosidades de la vida, de un alma que esta vez se perdió Tarifa. Estambul prepara también su recibimiento para la comitiva de los roadtrips que esta vez son menos pero que harán este viaje más auténtico.

Son tiempos que van y vienen, que te llevan...si te dejas llevar. Y entre tanto, pienso en escribir esto en la soledad de mi coche, sentado en el garaje en la oscuridad, con los ojos cerrados y la música a tope. Unos momentos para reflexionar.

La luz se enciende, alguien entra y pensará que estoy loco. Debo estarlo. Apago la música y salgo. Y dejo atrás esa reflexión. Porque no me quiero contestar a la pregunta de qué camino tomar.
Porque acabo de volver, después de toda la tarde entrando y saliendo de esta puerta que da a un nuevo camino que no sé si quiero tomar.

Prefiero los laberintos en que tomar decisiones es fácil, porque no sabes cada bifurcación a donde te va a llevar.

martes, mayo 13, 2008

Soy lo Prohibido



Podría ser un lugar cualquiera de una ciudad caribeña. Colón, en la costa este de Panamá, una taberna cerca del viejo Malecón en la Habana o una tasca, con puntales de madera carcomida por el tiempo en la esquina de una olvidada calle de Santo Domingo.
Pero no podría ser ahora. Tendría que ser en un instante en el que el tiempo se detuvo, en el que la noche dejo paso a un día eterno, de sol al atardecer.
El cuerpo pegajoso, víctima de la humedad del ambiente, a pesar del ventilador en el techo, apenas cubierto por una camiseta, quizás incluso de tirantes, sabría que volvía a estar en el Caribe, en aquella América lejana y a la vez cercana al corazón.

Un lugar comido por el tiempo, por la desidia, en el que las personas se dejan consumir entre vino y cerveza, disfrutando de la buena compañía, turistas venidos de ultramar, parroquianos que ni siquiera se saludan, respetando la intimidad del momento. Todos se conocen. Todos saben que están allí.

Sentarme en aquel rincón siempre me ha proporcionado una tranqulidad algo siniestra quizás, pero siempre cálida.
Siempre cerca de aquel hombre de traje blanco de lino, de sobrero Panamá de medio lado de cigarro Habano que se consume a ritmo sosegado pero constante. Un alma astuta, siempre alerta pero de algún modo adormecida que no pierde la vista de la puerta.
Siemre cerca de aquella joven, morena de piel, vestida de blanco, con tirantes de verano, de ojos como soles marcados por un cerco negro, pintado como muralla de un fondo blanco como la espuma y unas pupilas profundas, infinitas, en las que me pierdo cuando intento bucear en medio de la noche, intentando mantener la mirada, quizás también, la sonrisa.
Siempre cerca de la bella dama de alta alcurnia que sombrilla en mano nos observa desde el reservado, ora vestida de negro,ora de rojo, ora de blanco, de amarillo, siempre a tono con el brillo del sol que entra por las ventanas.
Alrededor, tantas otras caras cansinas que nadan en cervezas al atadecer, después de una dura jornada de trabajo. ¿en el puerto? ¿en los barcos de su majestad? ¿en el campo?
Caras que, como yo, se desdibujan ensimismadas en Alison, mientras canta para todos nosotros esta canción que hoy escucháis en este post.

Imágenes de fantasía que se confunden con la realidad en torno a mí mientras se me escapan los días sin publicar, mientras recuerdo la isla de La Palma y los besos de tus labios tentadores.
El Caribe me atrae y me pide que vuelva a tí.

Aclaración: si, lo sé, últimamente estoy perdiendo un poco el norte, tanto en las formas como en el contenido. La realidad se desdibuja. Pero...
Simplemente dejadme desdibujarla un poco más. Ser un personaje ma´s entre las letras. ya habrá tiempo de volver a la realidad. Espero que lo disfrutéis.

martes, mayo 06, 2008

Cuando la juventud no es solo una cuestión de edad

Dicen los sabios (¡menudos ellos!) que la juventud es una cuestión de la mente. Se es joven de espíritu y eso nos da fuerzas para la lucha del día a día, para afrontar la vida con actitud y aptitud. En una palabra, de forma positiva.

Este espíritu mío siempre se considera muy positivo. Muy joven, muy moderno él. Cosas que tiene la actitud y, supone él (el espíritu), la aptitud también.

Y ahí tienes al alma, evitando asentar cabeza, escribiendo fantasías que rozan la realidad sobre aventuras extraconyugales, sobre lugares y viajes, desdibujando una línea que a veces se torna aún más borrosa entre la verdad y la mentira, disfranzando al payaso de señor y al señor de payaso, payaso el que hace reir a su entorno, señor el que viene todos los días a la oficina.
Ahí la tienes jugando a ser un niño, organizando fiestas que poco tienen que ver con las más convencionales de siempre, evitando los vicios dañinos para el cuerpo y dándose a los vicios dañinos para el alma como ente joven que a sus pocos años puede con todo.

Pero entonces, de repente, un día sales con gente nueva. Haces nuevos amigos y comienzas los juegos de siempre. Y te lanzas a la aventura que nunca has hecho antes. Desciendes barrancos, destrepas, haces rappel río abajo, sifones, etc, etc; y te das cuenta de que el cuerpo no es atemporal, por mucho que ciertas amigas se empeñen en ello. Y que los 33 pesan ligeramente al realizar ciertas actividades.

En cualquier caso, no hay que perder la compostura. Lo importante fue llegar al final. Y terminar los juegos. Los Juegos de siempre. Marcha, risas, fiestas hasta el amanecer, escasez de horas de sueño, más alcohol del debido, excursiones, más risas, más juegos, ¡hay que ver como le gustan estos juegos a un alma joven! y al terminar, un recuerdo agradable; un fin de semana de puente más.