domingo, septiembre 28, 2008

Vanitas Vanitatis

Vanidad
Sentimiento incontrolado.
Almas en mil pedazos vestidas de oro camufladas en la oscuridad de la noche.
Vaos de cáncer, humo que envuelve los trajes de tercipelo. Noches sin fin entre efluvios de vanidad que nos vuelven ebrios
Espíritus que sonrien, que juegan, que se acercan, que se alejan, que marcan su paso, que marcan la distancia a romper.
Saltos, gritos, tonos malsonantes que arremeten contra tímpanos que aguantan estoicos la vibración de las paredes, de las manos que tiemblan entre nicotina y cubitos de hielo.
Gotas de sudor que estropean el torpe maquillaje que camufla imperfecciones de los ya perdidos 20 años. Aromas humanos que juegan su papel más primitivo.

Vanidad
Gestos torcidos que desprecian el orgullo del pavo real.
Orgullo de plástico que esconde miedos y temores, frágil máscara del baile de disfraces en una noche de eterno carnaval.
Desidia amarga ahogada en la resequedad de una garganta, alcohol inyectado en sangre.

Vanidad
Máscaras que se rompen, chispas que salen de los ojos mostrando almas débiles e inseguras. Trozos de pasado que saltan en mil pedazos ante un roce, una caricia, un aroma aún más humano.
Carolina, Davidoff, Anais, Paco...Fortuna, Marlboro, Ducados...Brugal, Havana, Ballantines.
Palabras falsas sin un ápice de verdad que colman las aspiraciones de los jugadores.
Acida crítica envuelta en roces, saliva, movimientos.

Vanidad
Noches de luz y de pasión, mañana de resaca y despedidas. Rastro de Madrid, rastro de gafas oscuras que sustituyen máscaras y enigmas.

Comportamientos Humanos.

Ti, ti, titititi...un despertador nos vuelve a traer a una mañana de lunes otoñal.
Los años siguen, la vida sigue.

Seguimos de relatos...mezclando sensaciones.



jueves, septiembre 18, 2008

El mar

Hoy venía aquí a hablar de un grupo nuevo y sus nuevas canciones.
Pero la sensación que experimento es extraña; creada por las imágenes que se muestran ante mí.
Son algo más de las ocho de la noche. El sol agoniza sobre Madrid y su reflejo brillante sobre las tuberías del tejado de la empresa dan un destello de vida en el ambiente mortecino del otoño que se aproxima.
No hay nadie ya por aquí. Si me asomo fuera del despacho solo veo mesas vacías y alguna luz que quedó encendida. Por eso prefiero no mirar; solo sentir el silencio. Y seguir mirando por la ventana los últimos rayos de sol sobre el tejado.
Es jueves. Día de noche larga o corta según las voluntades.
Noche, quizás, para escuchar música.

Porque mientras termino de ver como el naranja del cielo se torna en gris, quiero volver a la recomendación del principio. Un grupo que empieza, de estilo ochentero de ese que me gusta. Raros, sí, un poco, como todos.
Pero lo cierto es que es mejor no describir nada. Mejor que cada cual se forme su propia idea: www.lospunsetes.com




Mientras, la nave sigue su camino. Es curioso pensar que puesto que siempre describo sensaciones de forma más o menos poco clara, cuando quise escribir un pequeño relato, finalmente se entiende como una expresión de sensaciones.
Quizás porque no sé escribir sin trasmitir sensaciones.

Enjoy compis

domingo, septiembre 07, 2008

Rumbo a alguna parte

La puerta del control se deslizo a ambos lados con su zumbido habitual. Detrás de mi se escuchaban gritos, señales de alarma, luces rojas que giraban indicando el inminente peligro. Pero sólo pude escuchar el zumbido de la puerta, más aún cuando esta se cerró a mis espaldas.
No había nadie vigilando la puerta como antaño, cuando dos agentes custodiaban la entrada al puesto de control de la nave.

No me sorprendió.

Tampoco me resultó extraño que nadie se ocupara de pilotar. El centro de control aparecía desierto. Nadie el el puesto del comandante, ni en los puestos de navegación. Un cuerpo yacía en el suelo a la derecha, junto al puesto de comunicaciones.

Quise mirar quien era, girar su cuerpo para identificar qué compañero había sido el úlitmo en luchar porque nuestra empresa tuviera éxito; pero pronto olvidé que algo de él aún quedaba allí y comenz´a andar, despacio, embrujado por el tenue y armónico brillo de la señal amarílla de mensaje entrante.

Muchos mensajes de emergencia se acumulaban ahora en el centro de control. Sin embargo, pude recordar con nitidez tiempo atrás cuando caminábamos ciegos hacia nuestro incierto sino. Recordé aquellos momentos en los que ningún mensaje pudo alentarnos.

Mientras, delante de mí se mostraba la hecatombe que ocurría a nuestro alrededor, aquel planeta desolado bajo nosotros y tantas naves de la flota luchando en medio de del vacío espacial por un hueco en la historia particular de cada uno de nosotros.
La luz tenue del sol cubría todo de un brillo blanquecino que por un instante me hizo pensar en tantos viajes al otro lado fruto, quizás, de los miedos y terrores de la humanidad.

Pero ¿cómo podía ser que hubieramos llegado hasta allí? ¿cómo podía ser que aquella nave llena de vida, envidia de la comunidad por sus fiestas, sus actos sociales, aquella que no conocía la derrota en su obsesión por cumplir con su deber, aquella cuya tripulación se hacía llamar familia, envidia de tantas tripulaciones y de la que toda la flota estelar se sentía orgullosa, cómo podía ser que hubiera terminado así?

No hay peor derrota que aquella en la que no hay enemigo; en la que luchamos contra nosotros mismos, contra nuestros miedos, nuestros rencores, nuestras virtudes...

Ahora todo quedaba atrás. Y sin embargo aquí me encontraba yo, buscando una respuesta, buscando una ¿solución? Mirando atrás sin ni siquiera pensar en las razones de tal desastre. En plena transformación hacia el futuro.

De nuevo escuché el zumbido de la puerta de acceso. No quería saber quien era.
Supongo que en la esperanza de muchos de los que ahora corrían estaba la lejana idea de verme aquí, tomando de nuevo el control y emprendiendo un nuevo camino para todos.

Pero no quise mirar atrás. Ya era demasidado tarde. mientras disponía las instrucciones en el computador para desprender el control del resto de la nave creo que alguien habló. Fueron las últimas palabras antes de escuchar por última vez el zumbido de las puertas al cerrarse.
Era demasiado tarde para mirar atrás o para intentar salvar algo del pasado.
Sólo los recuerdos de los buenos momentos vividos y la lección de la experiencia me acompañarían en el nuevo camino. Un camino hacia el cambio que empezaba en este momento. Un camino que me despegaba definitivamente del pasado.
Un brillante futuro esperaba allá delante.

lunes, septiembre 01, 2008

Los finales siempre son especiales

El último fin de semana de Agosto suele ser especial. No porque pase algo especial. Es complejo de explicar pero no es necesario algo diferente para que un instante o um momento sea especial. Es más la percepción que uno tiene, la sensación que se le queda.
Para mí el último fin de semana de Agosto siempre huele a cambio. A transición.
Se terminan las vacaciones, la ciudad se llena de nuevo, comienza el correr de un sitio para otro de nuevo y se hace necesrio cambiar otra vez el chip. Volvemos a producir.
Curiosamente no lo siento como un moento de cambio importante. Las decisiones caen cuando tienen que caer y no en momentos de transición de etapas. Y esto no es más que eso, una transición de etapas sin trascendencia alguna. Un cambio de estado de ánimo. De bueno a muy bueno, pero diferente. Tampoco vamos a caer en aquello del otoño, la depresión, el síndrome postvacacional. Honestamente me siento mayor para esas cosas.

Así pues la transición se dió de mano de unas fiestas en este caso de Colmenar. Los que me conozcan sabrán que nunca he sentido ningún aprecio por los toros o el espectáculo que estos traen consigo. No entraré a valorar las implicaciones de respecto a la vida del animal, salvagismo y un largo etc. Pero por H o por B, resultó que el sábado acabé en la plaza de toros observando los comportamientos de la gente y el protocolo de la supuesta fiesta nacional.
El protocolo de la fiesta en sí no me llamó en especial la atención. Algo que se repite siempre de igual forma. Pero si me quedaré con la imagen e aquella plaza. ¿qué imagen? Una vista a la sombra oscura, llena de gentes de mediana edad que disfrutan del espectáculo, los que realmente han venido a verlo; al sol, la contrapartida, peñas y más peñas, gentes de bocadillo y cerveza, de botellón encubierto ante la mirada atenta de la guardia civil y la apariencia respetable del consistorio en forma de presidente arriba en la tribuna. Pasodobles de la banda que se mezclan con la música y los cánticos, orquesta en mano, de las peñas semidesnudas que saltan, bailan, beben, siguiendo de algún modo el protocolo pero ajenas a un espectáculo lejano en la arena. No para todos, si para algunos.

Los amigos, como no podía ser de otra forma, fuimos parte peñista durante la fiesta y durante el resto de la noche. Una peña en forma de Cobra. En honor a aquello que le pasó a OH, tiempo atrás, en un entorno en que no había espaldas en las que se podía guardar. Ella lo había dicho "Me hizo la cobra" Y todo lo que vino detrás aquí quedó reflejado.
Fue el sol nublado de un sábado último de verano, ese que aún dura y que dió paso al cine, uno de invierno o de otoño, que aùn no ha llegado. Peregrinos. Una peli que en otro momento me hubiera impactado más. Aparte del impacto que el trato en momentos despectivos de la directora sobre nuestro país tuvo sobre nuestro coronel, me quiero quedar con la convivencia. Las relaciones de las personas y lo que siempre me ha gustado de estas cosas: la capacidad de la convivencia en entornos nuevos o distintos para hacer que las personas suavicen comprotamientos radicales y aprendan a ponerse en el lugar de otros con sólo imaginar.

Y es que no hay nada mejor que dejarse llevar por la imaginación.

Os dejo una foto, una foto de graduación en el año de la graduación que nada tiene que ver con los peregrinos y mucho con nuestro, el de cada cual, peregrinar particular.





Besitos de lunes