viernes, julio 28, 2006

A night in Madrid

Siempre me han encadilado las luces de este Madrid una noche cualquiera de verano.
Ayer, mientras esperaba a que los días se deslizaran mes abajo hasta agosto y las vacaciones, ayer, mis pasos de nuevo se encaminaron a una noche de cena, de risas, de copas.
No fue nada realmente especial. Un supuesto jueves de los que paga la empresa que terminó abruptamente pasadas las doce agotado por el cansancio de todos. Mari Luz nos deleitó con sus hazañas, sin ser conocida y sin estar presente, preparando nuestro encuentro para la próxima semana.
Y al despedirme, al tomar el coche de nuevo para regresar a casa, decidí que aplicar aquel carpe diem del que tanto suelo hablar y que al que no siempre hago honores.
Y mientras mi cabeza me decía que necesitaba dormir, mis manos y mis pies, insconcientes, me empujaron hasta el parque, hasta esa cuesta donde ya no pueden pasar los coches, donde las señoritas no se sienten ya a gusto y donde se puede pasear, donde se puede respirar el aire falsamente puro de ciudad, donde se puede recordar con la radio a tope aquellos veranos de astronomía en los que las estrellas guiñaban sus puntas.
Un momento de sosiego para alcanzar el equilibro espiritual, para olvidar esa pequeña decepción que me inunda cuando mi cuerpo no es capaz de seguir el ritmo de mi cabeza, cuando veo que a los demás les pasa igual, cuando el peso de la semana acaba con nosotros después de trabajar.
Un momento para soñar con algo que al final no hice y que imagino desde mi cama, tranquilo, perturbado solo por el tono de un teléfono.
Son las 00:30. El encanto desaparece.
Y por fin corre un poco de brisa en la noche de Madrid

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito momento, ese tan personal, de ir a un rincón apartado tú solo, después de la cena alborotada con todos nosotros.

Pues sí señor, qué bonito!

Marquesa

Always Candy dijo...

Qué bonito! Me encanta Madrid,... somos masocas pero creo que no podríamos vivir sin esto.

Mucho me temo que me haré asidua a tu blog, me encantan las cosas concisas,... se leen mejor.

Un beso!