jueves, enero 04, 2007

¿Y tu a quién quieres?

¿Tu quieres a alguien? ¿De verdad?
¿Lo suficiente para sacrificar cosas importantes?
Bueno, no es que me haya vuelto loco ni mucho menos. Estas preguntas, puestas así, de repente, quizás sorprendan. Especialmente después de la locura de posts que vengo poniendo, tan llenos de fiestas, de recuerdos a veces, de atolondramiento (si se puede decir así...)
Pero resulta que últimamente tengo algo más de tiempo. Y mientras me decido por qué camino tomar en mi trayectoria profesional en estos tiempos de fusión, aprovecho los días de menor carga de trabajo para dejar que la mente se pierda con historias de ficción, cine, televisión (algo tan raro en mi...), teatro...
Y quizás el cine me ha traido películas, estándares, pero de vidas menos complicadas. O en las que los personajes tienen perfiles, eso, de película, en los que las cosas resultan más símples.

El caso es que aprovechando una de esas escenas (o varias) en las que alguien hace algo tan tonto como dar un objeto valioso, quizás solo de valor sentimental, a alguien a quién quiere, a alguien que significa algo en su vida (no solo hablamos de amor, no seamos peliculeros...), me pregunté hasta qué punto estamos nosotros, estoy yo dispuesto a dar algo importante por alguien.
En las películas, sencillas ellas, resulta bastante fácil. Las circunstancias extremas a las que nos lleva el guión lo pone todo más fácil quizás por aplicar ese "nada importa nada ya..."
Pero me pregunto si somos, si soy capaz de hacer ese tipo de cosas en la vida real, cuando la situación así lo requiere.
Y no estoy contento con la respuesta porque la duda está ahí. O porque no veo claramente un lazo lo suficientemente profundo como para tomar ese tipo de decisiones con decisión, redundacia a parte, y no llevado por las circunstancias.
Porque muchas veces las circunstancias nos hacen hacer cosas quizás políticamente correctas que no haríamos necesariamente por voluntad propia.

Y entre tanto, las películas acaban, las vueltas de cabeza sobre el trabajo vuelven, y la vida se reactiva con las clases, con los amigos, con las cenas, el trabajo, lo más político...
Y para que no se me olvide que en un momento dado pensé así, escribo esto. Prometo responder aquí mismo cuando, en una situación, tenga una respuesta clara.
Entre tanto, ¿tu qué piensas?
O dicho de otro modo. ¿qué haría la bruja y que haría el inquisidor? ¿ y qué haría el pastor que no es protagonista en esta historia?

Que los reyes sean buenos con vosotros.

Enjoy!

6 comentarios:

Unknown dijo...

EN alguna, muy pocas, ocasión he visto como alguien daba algo relamente durao de dar por un amigo o amante. Por ejemplo: sacrificar una nochevieja con la familia y pasarla con un amigo que estaba en el hospital sin saber si saldría vivo (Experiencia personal vivida hace 7 años).

Eso me habrió los ojos y me dió una pista ineludible de quienes eran mis amigos de verdad.

Este es un caso limite, claro.

Uan vez un jefe me dijo que un regalo de verdad es el que cuesta dar, por ejemplo un libro viejo que has conseguido en un sitio al que no volverás a alguien que sabe apreciarlo.

ilne dijo...

seguramente llegado la situación te sorprendas, quizas lo mejor ahora en frio sin compromiso a cumplir decir sí lo haria te complace.
por otro lado las cosas realmente importantes se guardan en el corazonm.
muchos besos

Bertix dijo...

Pues yo pienso que esas cosas no se piensan, esas cosas salen solas, de forma espontánea, que obligaciones ya tenemos suficientes y que "amigos" para reir hay muchos, pero como dice fanmakimaki, yo también viví una nochevieja muy dura hace 7 años (caray con las "casualidades" en las que no creo!) y ahí es dónde verdaderamente descubres a tus amigos.

Así que, mi respuesta es como el título de un libro de Susanna Tamaro "Dónde el corazón te lleve", y es que dónde esté tu corazón estará tu tesoro.

Felices Reyes!

Anónimo dijo...

Yo creo que es una simple cuestión de prioridades. Una vez que tus prioridades están bien claras, no tienes que preocuparte de eso porque sale solo.

Esto quiere decir que no nos podamos confundamos al asignar nuestras prioridades y luego deseemos rectificar. ERRAR es de humanos.

Vidalmaster.

Tomás Ortiz dijo...

Yo he estado un mes sin aparecer por el trabajo, debido a una baja por enfermedad, y te puedo asegurar que ha sido el momento de mi vida en que más me ha costado volver, porque me he planteado en este tiempo muchas cosas, sobre todo relacionadas con lo que quiero hacer en mi vida, con mis aspiraciones y los motivos de que no sea feliz con lo que estoy haciendo.
He intentado autoengañarme diciéndome que trabajo para vivir y no vivo para trabajar, pero también es verdad que paso demasiado tiempo sentado en mi silla de la oficina como para no ser consciente de la importancia de estar bien con uno mismo en todas esas horas de trabajo.
En fin, que hace dos semanas que volví y he vuelto a la rutina. Quizás esa rutina es lo mejor que puede pasarme. O quizás es lo peor. No lo sé. En esas estamos.
Saluditos apretados

Bosco dijo...

El ir y venir del trabajo es así. Unas veces vas y vives la vida y es, simplemente un sustento pero otras, vientes, y estas hasta las narices y quieres encontrar algo de libertad en lo que haces.

Yo siempre he admirado a los que hacen lo que querían. Los investigadores, coo ejemplo más claro, pero hay en todas las profesiones, por supuesto. Esos que hacen que su vida gire en torno a su trabajo porque ahí se lo pasan realmente bien.
Yo nunca he sido así. Estudié teleco porque me venía bien, por el futuro; trabajo donde trabajo por lo mismo, por el dinero, por poder vivir bien pero no realmente porque disfrute del trabajo.
Es la vida misma.

Al final, lo mejor, vivir lo mejor posible. Sin dejar que el trabajo nos trague.

Enjoy!