jueves, enero 25, 2007

Egipto

Se me han ido unos dias sin escribir. Y es que los viajes se han multiplicado estos ultimos dias. Egipto fue el destino del último. Una locura de viaje de dos días de trabajo, de llegada a las cuatro de la mañana y primera reunión a las ocho, sirviendo, eso si, para encontrar un hueco para leer mi ultimo libro pendiente, Mr Chica, de Tim Crisold, regalo navideño cuyo final aún se resiste.
Pero no he abierto este post para hablar de trabajo o de libros (que también podría ser) sino para hablar de viajes, de sitios, de gentes, o mucho mejor, de las sensaciones que estos transmiten. Por una vez, el viaje de trabajo dejo dos horitas, casi tres, para recorrer los lugares cercanos y mientras mi boca se abría después de cenar en un barco en el Nilo a lo turista total y de cerrar los temas laborales a última hora de la noche, el cansancio quedó a un lado recien salido el sol para visitar las pirámides de Giza. No hablaré de ellas; mucho se puede encontrar en los libros.
La verdad es que cada vez que voy a un nuevo pais (nuevo para mi), me embarga una sensación extraña; mezcla de miedo y curiosidad. Y en esta ocasión no ha sido menos. Lo que más me gusta esa sensación es lo despiertos que mantiene a mis sentidos. Estos se activan al 100% en busca de datos, captando información, detalles, gestos. Impresiones.
El siempre turista europeo que por muy casual que vista no puede evitar el color de su piel ni su idioma de madre colonial nunca he entendido bien como es visto. Quizás con desidia, la del "bah, uno más", quizás con ansiedad, "lucky taxi driver?" o la de tantos que se cruzan mirando en las calles.
No siempre es fácil encontrar las palabras para describir estas sensaiones y a la gente. Las miradas. Siempre me ha gustado intentar descubrir las ideas que se esconden detrás de las caras nuevas. Y los viajes como no, la gente nueva, nueva para mi, claro, son la oportunidad perdida que despierta mis sentidos.
Y mientras un turista más, por dos horas, eso si, vuelve de su recorrido de turista, su mente se deja engañar pensando que ese lugar tan exótico donde encontró los pergaminos verdaderos es un secreto bien guardado para pocos elegidos y que el jardín de perfumes, al sur de la ciudad, es fuente de balsamos y perfumes de rica magia y mientras en la habitación del hotel cierro las últimas maletas, encerrado en el occidental, dejo, al cerrar los ojos, que el sueño piense que la brisa es lamento del desierto que golpea la noche tras la celosia de una torre de las mil y una noches
Y tras este retrato inocente de niño, me quedo con dos cosas. Una, con los detalles necesarios para poder ir la próxima vez de forma independiente (más o menos) si toures preparados, y otra, un pequeño regalo para un alma de la que ultimamente me he acordado bastante.
Este Bosco mío siempre tratando de sorprenderme.

2 comentarios:

Always Candy dijo...

Yo nunca he estado en Egipto,... no sabes lo mucho que me gustaría poder viajar.

Unknown dijo...

Pues, te cundió el tiempo. El cairo me da miedo, es una ciudad que fui incapaz de controlar y eso no me gusta. A la vez me fascinó por su caos y su olor a gas oil.