miércoles, diciembre 19, 2007

Ni Hao ma

Un poco de pingying nunca viene mal a la hora de entender el chino.
Para los neófitos, pingying es el nombre de la occidentalización de la lengua china. Esto es, en lugar de símbolos que no entenderíamos, escribimos el sonido más o menos con letras (como el titular, que por cierto, quiere decir, ¿cómo estás?)

Tuve la suerte de volver a cruzar mi camino con la cultura oriental, en esta ocasión de la mano del profesor Chen. Es difícil entender la vida de estas personas, entradas ya en años, de infancia complicada en la China de Mao que tuvieron la oportunidad de estudiar en algún país occidental y que en esta etapa de la vida se ganan la vida explicando las similitudes y diferencias de ambas culturas a ávidos empresarios que buscan el éxito de sus negocios en una cultura totalmente distinta.

Pero no quiero hablar de la lección ilustrada a la que asistí, ni de mi conversación posterior con él y algunos de los asistentes. Hablaré de ese momento en medio de la exposición en que las caras se pierden.
En que el contenido se hace largo y la concentración se disipa. Trajes de chaqueta y corbata, camisas, abrigos, ordenadores portátiles y cuadernos de apuntes; preguntas, arrogantes incluso. Ojos que juzgan sin darse cuenta, que evaluan, que analizan.
Entonces me di cuenta de que lo que se estaba contando era especialmente relevante. Que las palabras eran vitales para entender la realidad pero que, sin embargo, apenas nadie era capaz de cogerlas, de entender su verdadero significado. Me recordó la imagen de mis primeras clases en la universidad en China hace ya tres años y me di cuenta que todas las veces que después alguien me ha hablado de como hacer negocios allí, de como entender al cultura, las mismas palabras que yo he contado después...todo ello había estado cegado por el día a día del occidental, la visión de aquí, una visión local, diferida, tergiversada, probablemente la misma que tengo pero que ahora puedo asumir con cierta humildad del que aprende y que espero no olvidar.

Me resultó especialmente curiosa esta situación puesto que no es la primera vez en mi vida que aún diciendome las cosas clara y directamente, no soy capaz de entender el mensaje, o mejor, de interiorizarlo. Supongo que a base de golpes se aprende. Pero muchas veces es triste ver como el entorno que nos arropa nos ciega a la hora de ver la realidad de las cosas, si puedo extrapolar la lección a aspectos más profundos de mi vida.

Son tiempos de Navidad, de cambios, muchos, personales y momentos en que como hacía mucho tiempo no me sentía tan aislado en medio de la multitud. Quien lo diría, la voz de la proactividad positiva contando esto.
Pero bueno, no hay que preocuparse. Es simplemente una cuestión de tiempo. De vez en cuando, nos damos cuenta de que somos de carne y hueso.
Por cierto, ya tengo 33 años. Cosas de la vida. Peor sería no tenerlos.

Enjoy!

martes, diciembre 11, 2007

Personajes

Pam y Bet se conocen hace mucho tiempo si bien son bastante jóvenes, aún por debajo de os 25. A pesar de no hablar una palabra de español, suelen pasar algunas vacaciones en España; este pasado fin de semana, se las podía encontrar en Marbella.

Ken podría ser el novio de Barbie. La realidad es mucho menos frívola. Durante muchos años, ha regentado una pequeña taberna inglesa en un pueblo de la costa malagueña. The tavern, pues así se llama, guarda inmemoriables recuerdos que también guardaría si solo llevara abierta un mes con ese estilo personal que solo los ingleses saben dar a sus locales.
La cerveza es buena en The Tavern si bien es necesario pedir en inglés para hacerse entender correctamente...

...algo que no siempre resulta fácil, especialmente cuando Pam y Bet aplican pasión en el roce de sus labios ante la atenta mirada de los presentes, un libanes sorprendido y un inglés que aprovecha las pausas entre los lances para lanzar su lengua también dentro de la boca de Bet.

Nadie dice nada. Todos miran.

Lia es el bonito nombre de una princesa, una dama de la noche que danza sensuales movimientos arabescos en un local escondido entre callejuelas, ajeno al bullicio de las compras en la calle principal.
Sonrie forzada a su público mientras se mueve entre el público. Un ave nocturna observa desde la barra. Piel tostada, curtida, perilla y mirada de mal agüero. Se ve entre bastidores como recibe un pago sospechoso de parte de los camareros de la barra. Danzas mafiosas de este local.

Erika trabaja en un balneario. En realidad es un hotel, de aquellos que anuncian spa en su publicidad y que disponen masajes, hidroterapia, piscinas. Erika se encarga de los masajes. No distingo bien su origen ¿alemán, austriaco? extranjero en cualquier caso. Su trato es recto, quizás duro fruto de la diferencia de idioma pues sus gestos y sonrisa inspiran justo lo contrario. Quizás porque después de estar en sus manos la visión resulta ¿diferente?

Dice un amigo mío que no entiende que en el puente de la constitución haya tantos desplazamientos cuando luego, al llegar a los sitios, falta vida en muchos lugares. Será que la familia impera, digo yo, antes que las vacaciones, el salir, la playa. Los controles de alcoholemia, en cualquier caso, siguen cumpliendo con su obligación a altas horas parando a los que se atreven a desafiar a la A7.
En cualquier caso, es un buen momento para los encuentros, dos a dos, multitudinarios, etc, etc, etc. Momentos en los que se escribe el futuro. Se habla del pasado. Se hacen apuestas y se confraterniza.

Mel y Lur son dos buenas amigas mías. Perfectas anfitrionas de una ciudad que me es nueva, cercana a la siempre mágica tierra de después de las Alpujarras. Falling Dogs diría mi querido Green Dog.
Una puerta a un mundo que me es cercano en la distancia.
Diferentes puntos de vista, maneras de ver las cosas. Amistades sinceras.
Es difícil describir con palabras las sensaciones de estos momentos en sitios de ciudad donde almas como las suyas han pasado juventud entre chicos, chicas, bailes, juegos, miradas y un largo etcetera de segundos cargados de vida y emociones. Pero por un rato han sido capaces de compartirlos y, es más, de transmitirlos. No son los mojitos que a pesar de los intentos, malamente saben hacer. Es la vida misma. Una terapia pendiente supongo.

Y mientras guardo un rincón en mi corazón para lamento por como se dieron las cosas en Toledo, otras gentes van y vienen, unos fugazmente, otros como fotos que se quedan plasmadas en papel, otros que vuelven del pasado y volverán en el futuro.
Caras que se cruzan en un año sin mes de Abril.

lunes, diciembre 03, 2007

Misticismo visceral

Hay personas en este mundo cuyo carisma sirve de guía a muchos a su alrededor. Cuando surgen los problemas, cuando necesitamos alguien que nos de un consejo, esas personas están ahí para apoyarnos, para marcar un sendero.
Quizás por eso esas personas acaban marchandose antes.
M, a sus 47, nos dejó esta semana pasada.

Las bodas bautizos y comuniones, entierros también, sirven para encontrar viejas caras además de las conocidas. Gentes que en algún momento caminaron a nuestro lado, juntaron su destino al nuestro y que, unidos de nuevo por ese destino, de nuevo aparecen.
Para los que aún podemos decir que somos jóvenes (o al menos más jovenes que el resto)aquello no es más que un ir y debenir de caras que saludan, que recuerdan como eramos en esos pasados en común, niños de pocos años que juegan en las afueras y que ahora, bien no están, bien no se reconocen abrumados por un entorno que resulta ajeno.
Pero para los mayores (o al menos los que son algo más mayores que el resto) aquello es más. Es un paseo por los recuerdos. Por las cosas que se hicieron bien y las que se hicieron mal. Un camino en el que el destino juega con las lágrimas y las emociones.

Lágrimas y emociones que los más jovenes construimos en nuestro día a día. En cenas, comidas, encuentros furtivos, juegos de miradas. En tertulias interminables de confianza con algunos que quien sabe si estarán allí cuando juguemos a ser mayores. O resultarán imágenes en un recuerdo. Lágrimas que anuncien conclusiones.

Los errores están ahí, sentidos de verdad aunque otros no vean o entiendan el sentimiento. El futuro también, nada de pasado. Olvidemos el pasado y miremos al futuro por corto que sea parezca o sea.

Y mientras reflexiono sobre los acontecimientos, mientras veo los recuerdos de los que me rodean, emocionados, descubro también mis recuerdos. Y disfruto de las imágenes, de lo ideales que su imagen difuminada se vuelve en mi cerebro.
Disfruto y aprendo a seguir dudando del siguiente paso a dar mientras descubro la magia de la sutilidad de una mirada, del significado de un gesto, de unas palabras, de unas risas que camuflan todo.

En el barrio, en la ciudad, el país, el planeta, la vida sigue. Y los actos de unos y otros condicionan el futuro de otros y unos. Con los llantos, los lamentos, las alegrías y las ilusiones.
La Navidad traerá familias, encuentros, colores, viajes, compras, luces, colores, menos frío que antes, sonrisas, críticas al consumismo, y un año más escrito en nuestro particular destino.

Mirad al futuro. Disfrutad del presente.