Te echaré de menos

Es curioso como las distancias que ya n lo son siguen separándonos aunque sea por cortos espacios de tiempo.
Me explico. Cuando yo era pequeño (y no hace tanto ;-)) irse de vacaciones era un pequeño ritual. No se viajaba tanto y si te ibas a otro pais podían incluso venir a despedirte con lágrimas en los ojos al aeropuerto. Con la juventud llegaron los tiempos de los Erasmus, los Socrates, etc, etc y ahora ya te pasas la vida viajando, que si trabajo, que si vacaciones a la otra punta del mundo, que si un curso en Australia, y todo en un plis plas, como quien no quiere la cosa, que me voy y mañana te llamo o te mando un mail o te escribo en tu blog desde cualquier parte del mundo. Como si estuvieramos aquí.
Pero a la hora de la verdad, el día antes de irnos de vacaciones, cuando tomamos esa caña con unos amigos a los que vas a ver la semana siguiente, te sigues despidiendo como si te despidieras para todo el verano, como si ya no los vieras en tres meses, como si tu vida y la suya tomaran caminos distintos, y te das la mano formalmente, un par de sonoros besos...
Es bonito.
La verdad, no sé si esa sensación, porque no es otra cosa, es una herencia de nuestra juventud o nuestros jovenes de 15 años lo sienten hoy igual.

Y entre tanto, me voy de vacaciones. Nos leemos en un par de semanas.