lunes, abril 20, 2009

Agujetas

Mientras ultimo presentaciones y reuniones antes de que la semana se me vuelva a escapar y me encuentre de nuevo en un avión camino de Amberes cada vez que me giro a drecha o izquierda o me acerco a cualquier sitio siento ese dolor intenso, apacible y - si, seré algo masoquista, que le voy a hacer - agradable de haber sobrepasado el límite físico puntualmente.
Y es que ayer domingo me volví a dejar engañar. Voluntariamente, claro, pero engañado a fin de cuentas.
Y es que apesar de los miedos climáticos del sábado noche, el domingo impulsado por algún espíritu alocado me encontré caminando por las cumbres.

Lo de caminar es un decir. Supongo que se podría aplicar en el caso de ser una cabra. Pero me temo que no es el caso.
Supongo que cuando alguien te habla del callejón del miedo debe referirse a algún sitio donde no resulta muy fácil trepar.
Más cuando te dicen que mejor usamos arneses, cuerdas, friends y un sinfin de términos técnicos (cultura general, supongo).

Mirando hacia atrás recien pasada mi primera experiencia climbing (bueno, algún químico en el pasado no cuenta) no quiero quedarme con los vacios justo debajo de mí - no hay vértigo afortunadamente -, ni con sentirme atascado en alguna grieta - no hay claustrofobia tampoco y había experiencia de cañones - ni con los arañazos. Pero si que me quedo, porque me sorprendió, con las agujetas que se producen, más que nda, por la tensión en las piernas de bailarina fruto de la tensión de ciertos momentos en los que dices, francamente, no sé donde voy a poner la siguiente mano o el siguiente pié...
Me quedo también con el teatro. Y es que cuando la compañía es buena, estos momentos dan mucho juego para el teatro y la posterior conversación con los que no pudieron venir. Victimas y verdugos de este engaño del que además de víctima me considero al menos cómplice.

domingo, abril 12, 2009

Noches de Luna Llena

Ideas, sustancias químicas, pequeñas partículas que corren por la mente humana a velocidades de vértigo.
Sensaciones. Milagro de la física que nos define como humanos. Muestra palpable del alma etérea que todos llevamos dentro.
Recuerdos. ¿imágenes de lo que fué, ideas que nos quedan o puras sensaciones?

Un ciclo de luna. Desde que comienza a menguar a mediados de Marzo hasta que vuelve a brillar en todo lo alto de una noche estrellada a mediados de Abril.

La antigua capital de los Flandes Españoles se muestra discreta a un viajero fortuito que se ve envuelto en algo en lo que no está seguro que quiera participar. Mientras las sesiones de trabajo no dejan tiempo para pensar, la mente, juguetona al fin, se entretiene vagando por el paisaje, bosque blanquicino que por azar mezcla tonos verdes y marrones ante la luz que por primera vez cubre el lugar. no será el pirmer viaje. tampoco el úlitmo.
El tiempo pasa. Y la imagen de aquel bosque recorre las terminaciones nerviosas despertando sensaciones de tranqulidad, como si el tiempo no pasara. Como si cada segundo se detuviera para luego volver a arrancar.
El orgullo cae y en el fondo da igual porque lo que realmente aprecia la mente esta vez son los tonos de los árboles. Los susurros del viento jugando con las hojas en el bosque.
Un paisaje de luna nueva bien distinto del desierto Almeriense de la luna nueva.
Un elemento común a ambos lugares. La desidia que la mente percibe en ellos.
Un desierto protegido lleno de pitas que se mezclan con el terreno al borde del mar brillante.
Ese mar que me engulle hacia sus profundidades en un cabo perdido en cualquier rincón del litoral protegido. Cabo de Gata esconde en sus calas hippies de verdad que se mezclan con otros de pacotilla. Esconde en sus curvas caminos a pueblos que guardan secretos de otros tiempos y, sólo por esta vez, guarda los secretos de unos amigos que, como no, juegan.

Se terminan estas vacaciones. Se termina un mes de muchos viajes, de trabajo culminado con relax. El tiempo así lo quiere. Mañana, de nuevo la realidad.