Pero el tiempo se me escapa y no tengo tiempo de ponerlo todo aquí. No tengo tiempo de relatar algunas peripecias por esa ciudad, Panamá, que se despierta perezosa al club de los rascacielos mientras su tráfico infernal satura sus calles entre ruinas escondidas de fortalezas españolas, caminos arrebatados a la selva, bien en forma de obras únicas de ingeniería, llámese el canal, bien en forma de carreteras que surcan los bordes del lago.
Personalmente prefiero quedarme con la costa Caribe, con la desidia de un luar olvidado por el tiemo que juega a esconderse de los turistas, allá donde Henry Morgan se volvíó dolor de cabeza de los validos españoles.
Me quedo con ella porque aquí la selva empieza a recobrar su terreno poco a poco aunque no sabé la realidad que antes o después se vendrá sobre ella.
Pero mientras aquello no pase, simplemente una foto.

Enjoy