miércoles, agosto 12, 2009

Pasión y mojitos

Debo decir que, además de la coca cola, me gustan los mojitos. En realidad, me gustan los cocktails en general. Cualquier cocktail de hecho. Aunque más que gustarme como saben, que no todos, me gusta prepararlos. Algunos que me conocen, algunos que han leído este sitio durante más de un año habrán incluso enocntrado fotos de alguno de ellos.
Pero lo que más disfruto es compartir los cocktails con amigos, mejor a la orilla del mar en algún lugar escondido, incluso algo remoto, con musiquita, al atardecer. Nada de cafés del mar, que también, pero más personalizados.

Lo malo de esos sitios, si no tienes ganas de lanzarte a hablar ocn los camareros e incluso de dar la nota y conseguir que te dejen preparar algo, es que no suele haber mucha variedad. Y acabas decantándote por el Mojito, porque es fácil, está bueno y gusta.
Al atardecer.
Frente al sol.

Perdonad, que me disipo cerrando los ojos. El caso es que mientras detrás la música lanza a los primeros atrevidos a bailar sobre la arena de la playa, me dedico a observar el panorama, el atardecer, con el mojito a mano. Es el justo premio de esta tarde de noche de Leónidas.
Varios días de duro esfuerzo con la bicicleta bien se merecen estos atardeceres. Y es que no es lo mismo dar una vuelta con la bici por los alrededores de Madrid que subir desde la playa hasta la montaña. Todo chulo yo, con mi coulot y demás equipo...subir, subir. Es una pesadilla. Tampoco tanto tiempo, claro. Pero lo suficiente para que luego la bajada merezca la pena. Cuando te das cuenta de que ha merecido la pena. Porque al principio yo pensaba que estaba bien hacer algo de ejercicio, que eso mismo sería el premio, la satisfacción. Pero no. El premio es la sensación de frescor, de velocidad, al bajar a toma mecha de nuevo hasta el borde de la playa. Claro, cuando te tiras más de un hora de subida que si plin, que si plan, para arriba, luego aunque bajes en 20 min lo cierto es que la sensación es la gloria. Igual en una de esas salto por los aires en un mal golpe, un mal movimiento. Pero mira, es que es tal la sensación...
Luego un bañito, y el atardecer, tras una ducha, en la playa con el mojito.

De veras, es que ser feliz a veces no es tan difícil. Bastan poquitas cosas, muy pocas.

Se acaban dentro de nada las vacaciones de perreo. Es tiempo de volver a casa, ir de boda y, no nos quejaremos, tomar un poco más de vacas, pero estas ya de las de siempre, de las de no perrear, de deportes, ejercicio, visitas, agenda, amigos, risas. Vamos, de las que me suelen gustar. Pero,¡qué diablos!, en esta ocasión también merecía la pena perrear un poco.
Mi cuerpo no se cree que se pueda dormir tantas horas seguidas.
¡Quien me ha visto y quién me ve!
Pero... ¡por una vez...!

3 comentarios:

Centro Picasso Vilnius dijo...

Como tú mismo sueles decir: enjoy!

(Creo que esta entrada lo ilustra mejor que cualquier otra)

Unknown dijo...

Perre usted!! :)

Anónimo dijo...

Disfruta que bien lo mereces.

Besitos de miel.