sábado, agosto 23, 2008

La Conjura de Efeso

Si, ya sé que podría ser el título de un bestseller de Clive Cusler pero no es el caso.
¿Entonces qué es?
Empecemos por el principio.

Ante todo, hello everybody. I am back!
Y es que ya se ha ido un més. El lunes volverá la rutina, volverá la empresa, el trabajo, los fines de semana por Madrid, las noches de calor que se tornan ya a final de verano...Volverán tantas cosas que me hacen amar y odiar esta ciudad.
Y quedará en el cuerpo esa sensación de resaca después de un mes por esos mundos de Dios.
Un mes que parece nada y que ha sido mucho, de tantas y tantas experiencias, gentes, personas, amigos, lugares y sobretodo sensaciones.
¿Qué sería de nosotros sin las sensaciones?

Por ellas, por las sensaciones, elegí el título de este post. Turquía ha deparado muchas sensaciones. Tanto la bulliciosa Estambul repleta de turistas, de timadores, de sitios y monumentos o de lugares memorables como los más lejanos lugares en la Capadocia, en la costa del Mediterraneo, en la del Egeo...en Efeso.

Cuando me siento a escribir relatos como este se me hace cuesta arriba describir todos y cada uno de los lugares y sus sensaciones. Es como una ola de 12 metros que está a punto de caer encima de mí. No sé por dónde empezar sin sentirme zarandeado por imágenes y recuerdos.

Por eso prefiero quedarme con unos precisos "shots". Quizás no los más relevantes o los más bonitos. Pero sí, los más románticos, en el sentido más literario de la palabra.

Atrás quedan pues el puente del Galata repleto de pescadores, olor inmundo de maiz y puestos de refritos, las cuestas por la ciudad vieja, el barrio de la Pera; atrás quedan los rincones del Bósforo, la brisa del mar entre el Mármara y el Mar Negro; atrás quedan las impresonantes fotos de las cisternas, de Santa Sofía, la bulliciosa ciudad que te empuja a pedir a gritos un paréntesis en la vida del turista que se pierde por el gran bazar para descansar en un Haman (para los que me conoceis algo más, ya sabéis que es una pequeña debilidad)

Atrás quedan tantos y tantos sitios en la costa, testigos silenciosos de nuestra pasada historia, griega, romana, persa...Pergamo, Pumalake, Troya, las Cuevas del Cielo y del Infiero y por supuesto Efeso.

Me quedaré, una vez más, con ese paseo al atardecer por las ruinas de Efeso, punto de cambio, de reencuetro del pasado con el futuro, de reflexión, donde se tejió nuestra propia conjura, como arte constructora de nuestro futuro, como pitonisa con pelos de serpiete y mirada cauterizadora.
Me quedaré con los caminos silenciosos por las montañas de la Capadocia, donde los ojos silenciosos excavados en la piedra nos observan y nos retan con los silencios a entrar en su oscuridad, en rincones perdidos y no atendidos. Me quedaré con los cafés de Goreme, con las gentes que nos miran curiosas al entrar en Hackibectas, con un paseo en tractor en un pueblo perdido en medio del Valle de Ihlara.
Me quedaré, en suma, con recuerdos y fotos. Y, por supuesto, con la resaca.

23 de Agosto. El tiempo vuelve a contar.